Hoy se cumple un año desde que el viernes 4 de noviembre se convirtió en una fecha imborrable en la memoria de República Dominicana.
Aquel día, sin previo aviso, lluvias torrenciales azotaron Santo Domingo, revelando las graves deficiencias en el sistema de drenaje pluvial y el alcantarillado de la capital.
Las calles se convirtieron en ríos, edificios quedaron sumergidos, estacionamientos y vehículos quedaron atrapados por el agua, creando un panorama desolador durante la tarde y noche. Sin embargo, la tragedia no se limitó a pérdidas materiales, ya que se registraron víctimas mortales.
La acumulación de lluvia alcanzó los 267 milímetros, cobrando nueve vidas, inundando cientos de vehículos, destruyendo casas y causando daños materiales significativos.
Los estragos causados por las inundaciones del 4 de noviembre se estimaron en alrededor de 1,000 millones de pesos, según el presidente de la Cámara Dominicana de Aseguradores y Reaseguradores (Cadoar), James García Torres.