Hoy se cumple un año desde que el viernes 4 de noviembre se convirtió en una fecha imborrable en la memoria de República Dominicana.
Aquel día, sin previo aviso, lluvias torrenciales azotaron Santo Domingo, revelando las graves deficiencias en el sistema de drenaje pluvial y el alcantarillado de la capital.
Las calles se convirtieron en ríos, edificios quedaron sumergidos, estacionamientos y vehículos quedaron atrapados por el agua, creando un panorama desolador durante la tarde y noche. Sin embargo, la tragedia no se limitó a pérdidas materiales, ya que se registraron víctimas mortales.
La acumulación de lluvia alcanzó los 267 milímetros, cobrando nueve vidas, inundando cientos de vehículos, destruyendo casas y causando daños materiales significativos.
Los estragos causados por las inundaciones del 4 de noviembre se estimaron en alrededor de 1,000 millones de pesos, según el presidente de la Cámara Dominicana de Aseguradores y Reaseguradores (Cadoar), James García Torres.
El evento se desencadenó debido a la combinación de tres factores meteorológicos: un sistema de baja presión en desarrollo en el Mar Caribe, una onda tropical que afectaba a República Dominicana y una vaguada ubicada al norte del Caribe, según Jean Suriel, experto en meteorología.
Miles de vehículos resultaron dañados, lo que llevó al presidente Luis Abinader a anunciar una ayuda económica de hasta RD$100,000 para los afectados, dependiendo de la evaluación de los daños sufridos.
Las intensas lluvias comenzaron al final de la tarde del viernes 4 de noviembre y, en solo tres horas, arrojaron más de la mitad de las precipitaciones típicas de todo el mes.
La directora de la Onamet, Gloria Ceballos, informó que las mayores lluvias se concentraron en el Gran Santo Domingo, donde se registraron 70 milímetros en tres horas, una cantidad que normalmente se esperaría en todo el mes de noviembre.
Aunque la cantidad de lluvia no era inusual, la velocidad con la que cayó tomó por sorpresa a la población, dejando miles de vehículos sumergidos y algunos arrastrados por ríos y cañadas.
Un año después, el país recuerda este trágico aniversario, con la necesidad de que se destaque la importancia de mejorar la infraestructura de drenaje y prepararse para eventos climáticos sorpresivos y extremos.