Uno de los mayores riesgos al consumir huevos es la posible presencia de la bacteria Salmonella, que puede estar presente incluso si la cáscara parece limpia y sin grietas.
Detectar la contaminación no es fácil a simple vista, pero hay algunas señales que pueden ayudar. Un huevo con la cáscara rota debe ser descartado inmediatamente, ya que esto facilita la entrada de bacterias. Además, al abrir el huevo, una yema extremadamente líquida puede ser un indicio de contaminación, por lo que se debe tener precaución en su consumo.
Un truco doméstico común para verificar si un huevo es fresco es sumergirlo en agua: si se hunde, es señal de que está en buen estado; si flota, es probable que esté cerca de caducar, como lo señala la Academia Española de Nutrición y Dietética. No obstante, esta prueba solo debe realizarse justo antes de su consumo, ya que mojar los huevos incrementa el riesgo de contaminación.
Cuál es el riesgo de contaminación por Salmonella en huevos frescos
A pesar de que los huevos frescos son una fuente popular de proteínas, existe el riesgo de que estén contaminados con la bacteria Salmonella.
Esta bacteria puede estar presente debido a infecciones en las gallinas, las cuales producen huevos contaminados incluso antes de que se forme la cáscara.