Es cierto que el ambiente actual de las GrandesLigas, más los entrenamientos de Lidom y la producción de muchas noticias, originan una dinámica beisbolera de primera.Pero también es triste recibir las noticias de la muerte de dos glorias del beisbol. Lo del domingo, con la partida de Osvaldo Virgil, y en la tarde de este de lunes, de Pete Rose, el bateador que más hits ha producido en la historia de Grandes Ligas (4,256).
Debo citar malas notas alrededor de estos dos fallecimientos.
Primero, en Montecristi se ha producido un enfrentamiento entre la pareja de 25 años de Osvaldo Virgil, la señora Ivelise Rodríguez, con los hijos llegados del extranjero, encabezados por el ex receptor Ozzie Virgil Jr.
Ese lío tiene su origen, según los detalles, en el manejo de los dineros de las pensiones que favorecían a Virgil, y por ahí rueda la bola. Allá, en Montecristi, se dicen muchas cosas, y hasta guerra verbal hubo ayer con la llegada de sus hijos.
Lo deseable es que hagan una especie de tregua, sepulten a su gloria en paz y en decencia, y luego aclaren lo que haya que aclarar. Sin embargo, anoche se decía que los hijos desean una autopsia para definir el motivo real de su muerte.
En el caso de Pete Rose, muere a los 83 años. Estaba en exilio del beisbol desde 1989 cuando fue expulsado luego de aceptar que estuvo involucrado en apuestas, siendo manager de los Rojos de Cincinnati. Eso significó, también, no poder ingresar al Salón de la Fama de Cooperstown.
Su nombre fue incluído en las boletas en tres años (1992-93 y 94), pero al final obtuvo solo un 3.2 % de los votos y fue eliminado. Será una triste recordación.
DE VIRGIL