El pasado 16 de mayo, la Comisión Europea inició un procedimiento formal contra Meta, la empresa a la que pertenecen las redes sociales Facebook, Instagram, WhatsApp y Threads. No solo se investigan posibles prácticas desleales en el uso de datos y publicidad en línea, sino que la Comisión acusa directamente a la compañía que dirige Mark Zuckerberg de fomentar la adicción entre los jóvenes.
Pero ¿existe realmente una acción deliberada para promover la dependencia a las redes? ¿Podemos hablar de “adicción” en este tipo de conductas?
El concepto de adicción comportamental (o sin sustancia) se refiere a un patrón de conducta intensivo y desproporcionado que se convierte en una prioridad sobre otras actividades importantes, interfiriendo significativamente con la vida diaria y el bienestar del individuo.
Los síntomas pueden incluir una necesidad irrefrenable de utilizar las redes sociales y la persistencia en ese comportamiento a pesar de padecer consecuencias negativas. Diversos estudios han vinculado el uso excesivo de las redes con problemas de salud mental, incluyendo ansiedad, depresión, trastornos del sueño y baja autoestima.
En esta línea, el término de “efectos de madriguera de conejo”, utilizado en el informe de la Comisión Europea, describe cómo los algoritmos pueden llevar a los usuarios, especialmente a los jóvenes, a consumir contenido de manera compulsiva. Lo harían profundizando cada vez más en temas específicos que capturan su atención.
Por tanto, aunque aún no hay consenso absoluto sobre si el comportamiento inducido por las redes sociales de Meta es calificable de verdadera adicción, sí hay suficientes evidencias para sugerir que puede arrastrar a un uso problemático.
Estos son principales ingredientes que fomentarían dicho uso problemático: