Los errores y las “metidas de pata” se cometen con frecuencia, en muchas ocasiones, sin ninguna intención deliberada de vulnerar, humillar o herir, a otros, pero que como es natural, crea malestar en quien ofende, y peor entre los que se sienten agredidos.
Errar es de humano, eso ha sido la historia más frecuente, ala extremo que desde hace tiempo se da como un hecho real la teoría planteara el filósofo suizo Jean Jacque Rousseau, que afirma que “el hombre nace bueno pero la sociedad lo corrompe”, mediante sus diversas estructuras, entre ellas, la propiedad privada .
Sobre errores, tras admitirlos, muchos forjan cambios en su comportamiento presente y futuro, lo que puede producir un cambio estructural antes de emitir una opinión sobre tal o cual elemento.
Y es así, porque quien de equivoca y lacera a otros sin medir las consecuencias, produce un malestar interno que lo lleva a pedir perdón y excusas.
El impacto es más estruendoso, cuando quien realiza los pronunciamientos críticos, que la mayoría considera injustos, provienen de una figura que se ha ganado el respeto de una de la sociedad.
El caso se complica cuando juicios críticos, van dirigidos hacia otras figuras que también tienen méritos propio, y el apoyo de la población, por sus significativos aportes.
Por ello es que es necesario pensar bien antes de echar algunas expresiones al aire.
Ese inconveniente, muy molestoso, lo experimenta el futuro salón de la Fama Albert Pujols, quien afirma “está arrepentido y no podía conciliar el sueño”, tras declarar que Robinson Canó y Emilio Bonifacio, no tenían cabida en el seleccionado de béisbol dominicano, que asistirá al Clásico Mundial 2026. Una buena lección.
