El estado de Nueva York puso fin a una ley centenaria que convertía al adulterio en un delito menor. La gobernadora Kathy Hochul firmó el viernes un proyecto de ley que deroga este estatuto, vigente desde 1907, calificándolo como una norma “anticuada y absurda”. Bajo esta ley, quienes fueran encontrados culpables de infidelidad podían enfrentar hasta tres meses de cárcel, aunque su aplicación fue prácticamente inexistente en las últimas décadas.
“Estas cuestiones deben ser resueltas entre las personas involucradas, no a través del sistema de justicia penal”, expresó Hochul al oficializar la decisión. Su derogación refleja un cambio cultural y legal en la percepción de temas relacionados con la vida personal, marcando un paso hacia la modernización del marco legislativo del estado.
Más de un siglo de historia: los antecedentes de la ley
La ley contra el adulterio en Nueva York fue introducida con el propósito de reforzar los valores matrimoniales y dificultar el proceso de divorcio, en una época donde probar la infidelidad era esencial para obtener una separación legal. Según el texto original, el adulterio se definía como “mantener relaciones sexuales con otra persona mientras uno o ambos están casados”.
El impacto inicial de esta normativa no tardó en manifestarse: solo unas semanas después de entrar en vigor, un hombre casado y una mujer de 25 años fueron arrestados bajo esta ley, según documentó un artículo de The New York Times. Sin embargo, con el tiempo, la norma perdió relevancia y fue objeto de críticas por su dificultad para ser aplicada. Desde la década de 1970, apenas una docena de casos han sido procesados, con solo cinco condenas registradas.
A pesar de propuestas para abolirla, como la planteada por una comisión estatal en la década de 1960, la ley permaneció intacta. En aquel momento, algunos legisladores argumentaron que eliminarla podría interpretarse como una aprobación de la infidelidad. Esta resistencia mantuvo vivo un estatuto que, en la práctica, había quedado obsoleto.
Otras leyes sobre adulterio en Estados Unidos
Aunque Nueva York decidió finalmente eliminar su estatuto contra el adulterio, este tipo de leyes siguen vigentes en varios estados del país. Estas normativas, muchas de ellas con más de un siglo de antigüedad, fueron creadas con objetivos similares: reforzar las estructuras matrimoniales y actuar como medida disuasoria. Sin embargo, al igual que en la Gran Manzana, en la mayoría de los casos son leyes poco aplicadas y vistas como reliquias del pasado.
Estados como Michigan y Oklahoma todavía consideran el adulterio un delito grave, castigable incluso con penas de prisión prolongadas. Por otro lado, estados como Maryland y Massachusetts lo tratan como una infracción menor, con multas simbólicas que rara vez se imponen. En los últimos años, algunos estados han seguido el ejemplo de Nueva York y han derogado estas leyes, argumentando que son inaplicables y que invaden la privacidad de los ciudadanos.
La tendencia hacia la eliminación de estas normativas refleja un cambio cultural en la forma en que el sistema judicial aborda asuntos de la vida privada. Mientras que algunos defienden que estas leyes sirven como guías morales, otros argumentan que su existencia contradice los principios de un sistema basado en la neutralidad y la protección de derechos individuales.
La polémica de la derogación
La eliminación de la ley que criminalizaba el adulterio no estuvo exenta de opiniones divididas, aunque la medida fue respaldada por una mayoría significativa en el ámbito político. El asambleísta estatal Charles Lavine, principal promotor de la derogación, destacó que esta ley no servía ni para proteger a la comunidad ni como una herramienta para disuadir comportamientos antisociales. “Mantenerla en los libros era simplemente un ejercicio de hipocresía legal”, afirmó en un comunicado.
Por su parte, la gobernadora Hochul subrayó que los temas relacionados con la infidelidad pertenecen al ámbito personal, no al penal. Su postura reflejó un enfoque progresista que busca alinear las leyes con los valores contemporáneos. No obstante, algunos sectores más conservadores señalaron que la eliminación de la norma podría interpretarse como un debilitamiento de los principios tradicionales del matrimonio.
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