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miércoles, octubre 9

El fanatismo y comparaciones

 


Las benditas e inacabables comparaciones siempre han suscitado las más grandes polémicas en el mundo de los deportes, donde cada atleta destacado es colocado por sus seguidores como intocable e insuperable.


Esa postura es la mejor y más exacta explicación para que a las personas que siguen ciegamente a los principales protagonistas se les defina como fanáticos que tienen más peso específico en las religiones.

Un fanático en el renglón que sea se define como una persona apasionada y que aplica tenacidad desmedida en la defensa de sus creencias.


Es por esa razón que se hace muy difícil poder arribar a acuerdos cuando el fanatismo está por delante.

El mejor ejemplo lo estamos observando desde hace muchas décadas en los países del Medio Oriente, donde están divididos a muerte, producto de ese fanatismo religioso.


En los deportes no se llega tan lejos, quizá no hay tanta irracionalidad entre sus seguidores, aunque tenemos ejemplos de barbaries que se han cometido dentro y fuera de las canchas.


Esta semana, aunque quizá no llegue a tener la repercusión para generar muchos disgustos, el baloncestistas dominicano Karl Anthony Towns, lanzó un “dardo envenenado” que de seguro tendrá para él consecuencias adversas de parte de los millones de seguidores del histórico Michael Jordan, a quien se considera el mundo de toda la historia del básket.


Y es que Towns tuvo “el coraje y la osadía”, quizá porque nunca observó el juego de Jordan, de manifestar que LeBron James es superior.


La afirmación de Karl, la cual seguro también comparten otros, aunque no lo digan en público, traerá una especie de “persecusión” de los fanáticos que entienden que la figura de Michael es “sagrada” y no se puede tocar ni por asomo.