Una de las grandes fallas que históricamente han sufrido las más importantes infraestructuras en República Dominicana ha sido la falta de mantenimiento que en muchos casos se producen deliberada e intencionalmente para generar beneficio económico.
Esta situación se ha generalizado, en especial tras el ajusticiamiento del dictador Rafael Trujillo Molina, a quien había que construirle por el “librito” o de lo contrario, quienes fallaban sufrían graves consecuencias.
Durante el régimen de Joaquin Balaguer, aunque este tenía graves problemas de visión, en una ocasión se montó en un Jeep para recorrer una carretera, cuando los asistentes en la inauguración le gritaron a coro que la obra era un engaño.
Comprobó lo que le denunciaban y ordenó que no se pagara hasta que todo estuviera como fue contratado.
El caso de las edificaciones deportivas constituye uno de los grandes dolores de cabeza en los últimos 20 años, por las falencias en la construcción, pero en especial, por el escaso o nulo mantenimiento que reciben, al punto que muchas, al poco tiempo de ser inauguradas, presentan innúmeras fallas estructurales,
En ese renglón el Estado ha tenido que erogar miles de millones para rescatar obras, que si bien en muchos casos con producto del largo tiempo de su construcción y su uso prolongado, pero en la mayoría obedece al descuido olímpico en su mantenimiento.
El Estado no puede seguir asumiendo gastos multimillonarios sin tomar medidas que ayuden a evitar el deterioro de las estructuras deportivas o de cualquier naturaleza.
La mejor forma de disminuir esos inconvenientes, es nombrando patronatos que administren y vigilen el buen uso las instalaciones.