Me lo aclaran: la desaparición de los clubes deportivos y culturales de los años sesenta y setenta fue resultado de dos hechos simultáneos: la negación de recursos públicos y privados a las iniciativas de una juventud contestataria que denunciaba la represión balaguerista (lo que le costaría, entre otros hechos abominables, el asesinato de cinco jóvenes del Club Héctor J. Díaz), y la falta de apoyo de los partidos opositores, que no les asignaban valor en la realidad social y política del país, no obstante su incidencia en la vida de las comunidades en las que fomentaban el deporte, la cultura y la toma de conciencia ciudadana.