El supuesto caso de abuso sexual a la menor de edad de nacionalidad haitiana exige medidas ejemplares contra quienes realizaron ese hecho bochornoso. La protección a los menores, sin importar su origen y nacionalidad, es una obligación sagrada de las autoridades. No son animales.
Cuando la dignidad de un ser humano es mansillada, no importa el causante afectado. Lo qué pasó supuestamente a una menor con un miembro de la DGM, debe sancionarse sin reparos, después de una investigación.