A medida que los médicos estadounidenses reducen el uso de analgésicos opioides, una nueva opción para el dolor difícil de tratar se arraiga: La ketamina, el fármaco quirúrgico de décadas de antigüedad y que es ahora una terapia psicodélica de moda.
Las recetas de ketamina se han disparado en los últimos años, impulsadas por clínicas con fines de lucro y servicios de telesalud que ofrecen el medicamento como tratamiento para el dolor, la depresión, la ansiedad y otras afecciones. El medicamento genérico puede adquirirse a bajo precio y ser recetado por la mayoría de los médicos y algunas enfermeras, independientemente de su formación.
Con investigaciones limitadas sobre su efectividad contra el dolor, algunos expertos temen que Estados Unidos esté repitiendo los errores que dieron origen a la crisis de los opioides: Recetar en exceso un medicamento cuestionable que conlleva importantes riesgos de seguridad y abuso.
“Hay escasez de opciones para el dolor, así que existe una tendencia a elegir simplemente lo siguiente que esté disponible y que pueda marcar la diferencia”, dijo la doctora Padma Gulur, especialista en dolor de la Universidad de Duke, quien estudia el uso de la ketamina. “Una revista médica publica algunos artículos que dicen: ‘Oh, mira: esto está haciendo cosas buenas’, y luego se produce una utilización desenfrenada para usos no autorizados, sin que necesariamente la ciencia esté detrás de ello”.
Cuando Gulur y sus colegas dieron seguimiento a 300 pacientes que recibían ketamina en Duke, más de un tercio de ellos reportó efectos secundarios importantes que requirieron atención profesional, como alucinaciones, pensamientos inquietantes y alteraciones visuales.
La ketamina tampoco generó tasas más bajas de prescripción de opioides en los meses posteriores al tratamiento, un objetivo común de la terapia, según Gulur. Su investigación está bajo revisión para su publicación en una revista médica.
AP