Las discusiones en torno a la frontera tras la construcción del canal en el río Dajabón (Masacre) en la parte oeste de la isla han unificado a Haití .
El episodio se ha convertido, de manera injusta, en una válvula de escape para el pueblo haitiano, por todas las frustraciones acumuladas de años de crisis y fracaso de sus élites políticas, económicas y sociales, mientras que para la República Dominicana ha sido el blanco de las quejas y reclamos por problemas que en nada tienen que ver con el pueblo.
Así lo explicó ayer el ministro de Relaciones Exteriores, Roberto Álvarez, al participar como orador invitado y huésped de honor del Almuerzo Empresarial de la Cámara Americana de Comercio de la República Dominicana (Amchamdr por sus siglas en inglés), realizado en el Hotel El Embajador, en el Distrito Nacional.
“La prolongada crisis haitiana y su impacto desproporcionado sobre nuestro país también han provocado cansancio de este lado de la frontera y eso es lo que ha empujado a sectores sociales de uno y otro lado a convertir un diferendo puntual en símbolo de una relación disfuncional. Esto se ha agravado porque solo uno de los gobiernos de la isla es efectivo. No tenemos interlocutor válido del otro lado”, sostuvo el funcionario.
Una falacia
Por otra parte, denunció que desde Haití se ha lanzado la falsa acusación de que los dominicanos no quieren compartir las aguas binacionales, lo que calificó como una “falacia” y que, además de errónea, “sirve para confundir a su propia población, y es totalmente injusta”.
El canciller dominicano espera que la nación vecina cumpla con su obligación de recibir a la misión técnica de la Organización de los Estados Americanos (OEA), le permita el acceso a la obra en construcción y ofrezca la documentación técnica que la soporta, a fin de calmar las diferencias entre ambos países en relación con el Tratado de Paz y Amistad Perpetua y Arbitraje de 1929.